
Manuel Feijóo Silva, nació un 7 de Septiembre de 1950.
Vivió en la calle Juan G. Moore 199 en Miraflores, por ello el sobrenombre de «El Gringo» y fue el primer presidente de la barra aliancista.

Transcurrían los años de aquel inicio tan merecedor, cuando Manuel junto a empleados del Banco Hipotecario ya venían planeando desde el año 68′ fundar una barra en la tribuna SVR. Es así que empieza la travesía y junto a un grupo de muchachos, el 4 de Diciembre de 1972, funda la barra aliancista en el restaurante «La Nacional» frente al mar de La Herradura. Cuenta la historia que todo fue planificado entre bolígrafos y servilletas, pues era lo único que tenían a la mano en aquel restaurante chorrillano.
En uno de sus viajes, vivió en carne propia el barrismo que estaba a capa abierta en el país del tango, visualizando ahí todo tipo de organización que se vivía en dichas tribunas con el objetivo de llevar a Lima toda esa filosofía y la fiesta que se veía en los estadios. Es así, que una de las cosas primarias que logra hacer son las tiras y las banderas junto a Berrocal y sus hermanas, alistándose así para el gran debut oficial en la popular SVR.
Se lograron juntar en Miraflores haciendo una caravana al lado de un bombo que era el corazón que latía en todas las calles. «El rival no interesa», es lo que siempre decía «Manuelito», haciendo posible desde aquel momento que esté fenómeno, lo que es llamado barra aliancista, nazca y tome fuerza. Con el transcurso de los años, no se perdía ninguna reunión debajo de la tribuna SVR, aconsejando a la mejoría de la fiesta con aquel entusiasmo que lo caracterizaba.

Se inaugura el local de la barra el 8 de Diciembre de 1988 y Manuel llegó con un banderín tejido de Alianza a pesar de que su salud ya no pasaba por un buen momento. La diabetes estaba afectando su vista, ronero y alegre hasta cuándo su enfermedad desgraciadamente lo acababa. Sin perderse ninguna actividad con la barra hasta sus últimos días, entregado a sus colores y gestor de lo que hoy por hoy logramos ser.
Hoy cumple años y aquel recuerdo siempre está presente, del amor que sentía por su tribuna y el empuje que tenía al hacer las cosas, dejando mucho que desear en estas épocas, dónde debe de servir para todos aquellos que tenemos la dicha de pisar nuestra querida tribuna SVR.


Que el amor propio no se pierda, que el aliento nunca falte y que la escencia de aquellas épocas siga manteniendo ese sentimiento indescriptible que nos permita llegar lejos.
