
La Radicalidad y la segunda mitad de los 80’s
Para la segunda mitad de los 80’s una nueva generación había ingresado a la Barra, esta generación había crecido entre los dos fuegos de la violencia política que azotaba nuestro país y llegaban con una característica propia de la juventud de entonces: La Radicalidad.
Esta radicalidad se manifiesta en el incremento de las agresiones contra los hinchas cremas, si bien continuaban realizándose en las inmediaciones del estadio, éstas se volvían cada vez más violentas. No es casualidad que aparezcan los primeros “Carapintadas” en las tribunas del Perú, y no es casualidad que sea en Sur. El periodismo los llamó inmediatamente “Gronigans” y “Choligans”.

Para 1986 los nuevos integrantes de la barra buscaban formalizarla. Como pagaban una cuota y como no había balances de ingreso y egresos decidieron convertirla en una asociación. Esto levantó las protestas de los históricos quienes no admitían que se cambie el nombre de Barra Aliancista por asociación. También, hasta ese año los cargos se hacían a dedo es por eso que la mayoría aprueba elegir democráticamente la directiva. Sería, Juanito el primer presidente electo de la Asociación Barra Aliancista. En la directiva se encontraban nombres conocidos: Rudy, el Pato, el achorao, Maguiño, Rubén, entre otros.
Justamente por estas divergencias y como una forma de robustecerse, se busca un lema que los identifique y los una más. Este lema sería: “Íntimos de Sentimiento, Aliancistas de Corazón”. Creación del tío Rudy.
Este año marcaría un nuevo hito: Aparecen los primeros “carapintadas” en Sur. Se forma también la primera filial, ” Los de Sur… co”, antecedente inmediato de los actuales “Grupos de Barra”. Pero lo más importante de este periodo sería el surgimiento del primer grupo radical. Importantísimo porque sería el Pívot de la evolución de la Barra, este grupo es: EL COMANDO SUR.

Este grupo nace el 24 octubre de 1986 por iniciativa del loco William, Uwe, Coco, Zaña, Sandro y Maki, en su mayoría gente de Surco. A la semana siguiente se les uniría los mellizos, Martínez, Robert B, los Villapolo, Memo, el Piojo y Rulito, gente de la Victoria y de otros barrios. El común entre ellos era su edad y sus ganas de hacer de la Barra Sur, una verdadera barra brava. El principal postulado: Hacer respetar el nombre de Alianza Lima tanto en la cancha como en la calle y en donde sea. Esto tenía como objetivos a periodistas que hablaran mal de Alianza Lima y también dirigentes y jugadores que no se dieran íntegros por la Blanquiazul. Además demostrar en la tribuna y en la calle que la Barra de Alianza Lima reina sobre las demás, principalmente sobre la de Universitario. Es por esto que intensifican sus ataques contra ellos haciendo incursiones y robándoles sus banderas para luego mostrarlas como trofeos de guerra. Realizaban sus correrías en pequeños grupos, jugara o no Alianza Lima. A esta manera de actuar es que deben su nombre. Se barajaron muchos entre ellos “Ultras”, “La Curva”, incluso “Trinchera”, pero no prosperaron porque buscaban uno que manifieste su manera de ser. Por esa época, en Italia se había creado un grupo radical del Milan A.C. llamado “Commandos Tigre”. El loco William cuenta como escogieron el nombre: “¿cómo se llama a los grupos de elite que actúan por propia cuenta y riesgo? : COMANDOS. Y si ellos son Comandos Tigre, nosotros seremos de Sur: el COMANDO SUR”. El lema que adoptarían sería: “Somos pocos, Somos los de siempre y para cualquiera, somos suficiente”. Lema que atribuyen al ya histórico barrista “El Achorao” y que es reflejo a su característica de pequeño grupo de elite.
Esta manera de actuar, tan audaz, llamó la atención de los miembros más jóvenes de Sur, quienes se identificaron plenamente con el nombre. Además cuando la Barra cometía algún acto que iba en contra de dirigentes, jugadores o algún árbitro, lo reivindicaba el Comando Sur. La filiación con el nombre trascendió y poco a poco fue siendo adoptado por la totalidad de la Barra y también por la hinchada.
Pero, los miembros de este grupo no se limitaban a lo ya expuesto. Su importancia como pívot en la evolución de Sur radica en que se opusieron y lucharon por hacer cambios totales dentro de la misma. Si bien ellos no utilizaron la fuerza, utilizaron las ideas. Lo que habían vislumbrado estos muchachos era que la Barra se había estancado y aburguesado. Se había contentado con los logros de los años pasados y no le movía el más mínimo interés por innovar y ser una barra moderna y de mayor empuje.

Ellos exigían el cambio total en el manejo de la tribuna, sobre todo en el ritmo del bombo y en las canciones. El problema surgía porque las canciones no variaban y se repetían veinte veces cada una, llevando a la hinchada al tedio y aburrimiento. Lo que era peor no impregnaban a los jugadores el empuje necesario para ganar los partidos. Si bien el ritmo del bombo fue novedoso en 1978 para la segunda mitad de los ochentas ya estaba obsoleto. Las canciones nuevas no se podían meter porque no se amoldaban a ese ritmo y eran dejadas de lado. Muchas buenas canciones se perdieron así.
La primera idea que concretan es colgar banderas con lemas en la reja de la tribuna. Por esa época, una ley había prohibido el ingreso de los tubos de plástico que servían de mástiles. A la gente no le quedó otra que colgar sus banderas, pero si éstas no flameaban, no trasmitían nada. Es por eso que el Comando lleva sus telas con lemas. Una de ellas llevaba su nombre: “Comando Sur” y la otra “La Fiel y Leal # 12”. Otras reconocidas: “Somos pocos, Somos los de siempre, y para cualquiera, Somos suficiente”. “A pesar de los años y momentos vividos siempre estaré a tu lado Alianza Lima querido”. Estas primeras banderas empujaron a otros miembros de Sur a hacer las suyas también. Poco después las otras barras pondrían sus banderas con lemas.
Pero a pesar de las divergencias la Barra Sur mantuvo su unidad. Su radicalidad se vio reflejada no sólo en la animadversión contra la barra rival sino también en la inclusión a su mística (alentar a Alianza Lima en las buenas y en las malas, en donde sea) del anti -U.

Un hecho insólito ocurrido en 1986, refleja lo que la Barra Sur podía causar en su eterno recorrido siguiendo a Alianza Lima. Habían viajado a la ciudad de Ica para enfrentar al Octavio Espinoza. Llegaron a las 4 de la madrugada a la Plaza de Armas. En ella había un mástil con su drisa. En su borrachera izaron una gran bandera Blanquiazul y cantaron el Himno de Alianza Lima. Pero, por ignorancia, habían cortado la drisa y esta se corrió quedando una tira con la bandera arriba. No podían bajarla. La policía apareció temprano. Era domingo y había izamiento del Pabellón Nacional en ceremonia cívica. El “chonto”, se ofreció a bajarla, trepó al mástil, llegó, pero la bandera se rehusaba a salir. Ante el peligro y el cansancio, se bajó. Llamaron a los bomberos y no llegaban hasta lo alto sus escaleras. Los policías querían meter presos a los barristas. Fueron a un circo y los trapecistas se subieron, nada, no quería salir. No había remedio. Acomodaron un mástil pequeño traído de un colegio, y allí izaron el Pabellón Nacional. En lo más alto, presidía la ceremonia la bandera con los colores azul y blanco que también identifican al Perú. Llegó el equipo y después de hablar con el comisario, que era aliancista, dejaron partir a la gente. Ese día ganó Alianza con gol del potrillo Escobar. La bandera blanquiazul que había recibido honores con la marcha de banderas en la ceremonia, se quedó allí como prueba de que la Barra Sur había pisado tierra iqueña.
La tragedia que enlutó al Fútbol Peruano en 1987 y que se llevó al equipo puntero a pocas fechas de ser campeón, no tuvo entre sus víctimas a miembros de Sur. La razón es muy extraña. Había pasajes para que viajen, pero una serie de inconvenientes de índole familiar o laboral, impidieron que vayan. El “Pato”, jefe de la tribuna y encargado del bombo, no viajó porque olvidó llamar al Presidente de la Barra quien le iba a dar pasajes. Como nadie iba a ir avisaron a los dirigentes del Club. Allí se apuntan unos hinchas de Occidente. Todos ellos fallecieron junto al Equipo que fueron a alentar.
Este hecho sería un duro golpe para la barra y la hinchada. Se dice que unió más a los aliancistas, tal vez sí, tal vez no, pero a partir de allí Alianza Lima pasaría a ser una especie de religión
En 1988 en un partido de Copa libertadores contra Sport Recife de Brasil, Sur manifestaría su agresividad al llenar la cancha con botellazos en protesta por el mal arbitraje y el resultado. Vetaron el estadio, pero la bomba estaba por estallar semanas más adelante.
En un clásico definitorio para pasar a la segunda rueda de esa misma copa la furia manifiesta de la Barra Sur sería materializada el 3 de Agosto contra la hinchada de Universitario y contra el estadio “Lolo Fernández”. En ese partido las expulsiones y los desaciertos del árbitro, exacerbaron la cólera de los hinchas y barristas. Al final todo Sur salió furioso a buscar a los cremas. La violencia llegó hasta el estadio de la U, en el Cercado de Lima, que fue saqueado y destrozado.
El conocido periodista uruguayo Emilio Laferranderí “El Veco” en su espacio de un noticiero local advertía a la población no salir de sus casas pues “La Barra Aliancista ha tomado la capital”. Nunca hasta entonces se había manifestado, en lo deportivo, tal desborde de odio contra algo.
Este hecho sería el primer acto de violencia de las Barras que sucedía fuera del ámbito de un estadio para prolongarse a las calles. Además aumentaría la incompatibilidad entre las hinchadas de Alianza Lima y de la U. Meses después, en noviembre, se crearía la barra crema en norte para responder a las agresiones que eran víctimas.
La Sur se había radicalizado. Se volvió violenta. Se volvió “Anti – U”. Pero a esta radicalización también hubo un extremismo en su discurso “político” por llamarlo así. Eran constantes los reclamos sociales a través de los cánticos en los partidos. Cánticos contra las medidas desacertadas del Gobierno Aprista. Esta actitud inusual en una barra de fútbol trajo consigo que policías encubiertos trataran de infiltrarse para formar parte de Sur e investigarlos. Las sospechas que despertaron hizo que fueran descubiertos dos. Ellos afirmaron que trataban de descubrir si a la Barra lo manejaban miembros de Sendero Luminoso o del MRTA.

Esta radicalidad era propia de unos años en que todo se llevaba al extremo, donde lo que no era blanco, era negro, donde no había medias tintas. No era extraño que en la Tribuna Sur, miembros más radicales de la Mancha Subte (el fenómeno juvenil de esos años, emparentado al movimiento Punk Rock) “Los Bandera Negra” colocaran un lienzo que decía “Alianza Radical, los Punk’s contigo”. Estos por su espíritu contestatario tomaban de buena gana esa iniciativa de los reclamos sociales. Su extrema violencia los llevaría también a estar en primera fila durante las peleas.
Con el surgimiento de la barra crema en norte se declara la guerra. A raíz de una banderola mostrada por ellos con la leyenda “Gracias Fokker” los miembros de Sur juran vengarse porque “se habían metido con los más sagrado”.
El primer enfrentamiento directo entre estas dos barras se daría en Agosto de 1989, cuando ya fundados y organizados la Barra Norte visitaría por primera vez en un clásico el estadio de Matute. La gente del Comando Sur, los esperó en la tribuna norte. Cuando aparecieron los cargaron a golpes. La policía intervino y los acordonó. En el entretiempo agarraron en los baños a los jefes de Norte y de Oriente, que se habían juntado para ese partido, y los agredieron. Fue una pelea cuerpo a cuerpo y a mano limpia. No había policías. Según los entrevistados ” A esas gallinas los chancamos bien duro”.

Un mes más tarde en su segunda visita a La Victoria, en otro clásico, se repetiría el enfrentamiento en la misma tribuna norte. La barra crema salió diez minutos antes de que acabe el partido. Ese día desde la tribuna de Alianza le aventaron un botellazo al portero Zubszuk y al termino del encuentro, otra vez, los de Sur fueron hasta el Lolo Fernández. No pudieron repetir lo del año 88 porque los dirigentes cremas habían pedido protección policial y un contingente los dispersó. Igual destrozaron los vidrios de las casas aledañas.
Pero la radicalización la llevarían también de forma positiva. Su importancia como vocero de la hinchada del pueblo, les hizo diseñar en esos últimos años de los ochenta un proyecto ambicioso que en su momento no fue tomado en cuenta por la dirigencia blanquiazul y que se verá en el capitulo siguiente porque pertenece más a esos años.
Así se iba una década, cero títulos y una tragedia que uniría más a la hinchada, convirtiendo a Alianza Lima en una religión. Los 90’s llegaban y la incertidumbre por la viabilidad del Perú era muy grande. Nos hundíamos y con ello el fútbol. Alianza Lima y su Barra trataban de alcanzar grandes cosas. Esta última mantuvo su liderazgo, pero estaba aburguesada y ya estaba desquebrajada a su interior por unos que querían que todo cambiara, y otros que deseaban que todo se mantuviera igual. Entre los logros se cuentan a los carapintadas que primero aparecieron en Sur, las banderas con lemas en las rejas, los trofeos de guerra y algo que hasta ahora nadie ha superado: 600 kilos de contómetros lanzados en un Clásico.
Por su parte la hinchada ya estaba adoptando para sí el nombre de Comando Sur.