El miércoles, mientras la gente del Comando Svr celebraba en las calles de La Victoria la goleada contra la San Martín, una facción de la barra, conformada por la gente antigua de Surco, enrumbaba al Callao con un solo objetivo: dar un golpe al Extremo Celeste. Aquel día, el Sport Boys jugaba contra el Sporting Cristal. Ya en el Clausura del 2006 los aliancistas habían notado que para un partido nocturno en el Callao la presencia del Extremo Celeste era mínima, casi nula. Es más, aquella vez ni entraron a su popular. Esta vez podría pasar lo mismo, pensaron. Esperaron pacientemente varios meses para echar a andar su plan. Ya en el callao, se estacionaron a un lado de la avenida Faucett, cerca al estadio Miguel Grau. Esperaron a que termine el partido, casi a las 10 de la noche. La gente de Surco notó que los del Extremo empezaban a salir del estadio. Eran pocos, no más de 100. Fue fácil divisar su bombo oficial. También les llamó la atención la gran mochila que llevaba uno de los cabecillas del Extremo Celeste. Es la bandera oficial, pensaron. No la perderían de vista por nada. Poco a poco, a medida que avanzaban por la Faucett, el grupo fue disminuyendo. Ya no quedaban más de 20. Estaban regalados. El carro los seguía a una cuadra. Cuando los del Extremo se aprestaban a parar un taxi, la gente del Comando Svr actuó. Bajaron cuatro del auto y se abalanzaron sobre el bombo y la mochila. Los del Extremo, sorprendidos, aflojaron y empezaron a correr, pensaron que los del Boys les habían hecho la camita. Cuando se dieron cuenta que ello no era así, ya era tarde, sus cosas ya estaban en el carro, que aceleraba a fondo. No sirvió de nada correr tras él. En poco tiempo sus cosas ya estaban a buen recaudo en Surco. Al día siguiente irían a Mendoza para la foto de rigor.