Historia de la Construcción del Estadio de Alianza Lima

Una vieja historia, enlazada con el criollismo, comenzó 15 de febrero de 1901. En ese año alboral del siglo XX, cuando Lima era aún pueblerina, se reunieron un grupo de obreros en la segunda cuadra de Cotabambas, para fundar el club que llegaría a meterse de lleno en el alma popular. Era la época heroica del fútbol peruano, de hombres que salían al campo con pantalones largos y pañuelos a la cabeza. al vez en ese tiempo solo se soñaba con tener un potrero donde darle a la pelota hasta que cayera el sol.

Pasaron años de leyendas y hazañas: La cimbreante figura de “Manguera” Villanueva, el maestro de las atajadas, el “Mago” Valdivieso, las marineras de José María Lavalle, los latigazos de “Huaqui” Gómez Sánchez, la clase de Cornelio Heredia y la picardía de Félix Castillo daban sazón y tradición a los “íntimos”. El espectáculo estaba garantizado y sólo faltaba el escenario.

Hacia 1948, ya germinaba en las directivas de Alianza Lima la idea de un estadio para el club. Así, el 15 de febrero de 1951, el general Manuel A. Odría, puso la primera piedra al cumplir el club blanquiazul sus primeros 50 años de vida institucional. Sin embargo, problemas con el título de propiedad del terreno y otros de índole económico impidieron al club victoriano ver culminada la construcción de su recinto deportivo. Las obras se llevarían a cabo por etapas.

1965-69: “El Nuevo Estadio de Alianza Lima“

Allá por 1965, el gobierno peruano del arquitecto Fernando Belaúnde Terry a través de la Junta Nacional de Vivienda había inaugurado varias obras dedicadas a clases medias y populares, como la Unidad Vecinal de Mirones; las Residenciales San Felipe y Santa Cruz, la Urbanización Palomino y la Unidad Vecinal de Matute, destinada a los obreros. Se respiraba un ambiente de levantamiento y edificación por todo Lima. Cuando Perú enfrentaba a Uruguay por las eliminatorias del Mundial de Inglaterra, Walter Lavalleja ingeniero uruguayo radicado en el Perú, y un grupo de directivos blanquiazules que acudieron a Montevideo con ocasión de ese partido, anunciaron en conferencia de prensa por primera vez una versión concreta de la construcción del estadio de Alianza Lima.

Años después, en 1969, el proyecto deja de ser un sueño y pasa a algo más concreto; en ese fecha se inauguró al fin, la primera etapa del futuro coloso: camarines, posta médica, fosa perimetral olímpica, parte de las tribunas sur, norte, oriente y “esa mesa de billar que es el campo de fútbol”; tal como lo mencionaba la revista deportiva “¡Arriba Alianza!” que circulaba en esos tiempos. El modelo que inspiró al diseño del estadio fue tomado del Estadio Azteca, obra que se inició sobre un proyecto parecido, según Lavalleja. La primera etapa se financió a través de cupos de 3,000 asientos vitalicios (el por entonces número de socios aportantes) divididos en en dos promociones a 1,500 asientos cada uno, habiéndose revalorizado conforme avanzaban los trabajos. Estos 3,000 asientos produjeron un ingreso a fondo nominal de 18 millones de soles. Con ese capital se financió la primera etapa para 30 mil espectadores. La segunda etapa que incluía un anillo superior para otros 30 mil es una aspiración hasta hoy incumplida.

VN ESTACIONAMIENTO QUE DARÁ QUE HABLAR

Diciembre de 1972 fue un mes especial para la familia aliancista. Como si se tratara de un regalo navideño recibieron la buena nueva que publicaba el diario oficial El Peruano: el Decreto Supremo N 131-72-VI (se completó luego con con el Decreto Supremo 063-74-VI, del 1 de octubre de 1974), que hacía factible, entre otras cosas que el Municipio de La Victoria pudiera llevar a cabo la expropiación de la barriada de Mendocita y la reubicación en mejores condiciones de vida a sus moradores. La zona daría lugar a la inmensa explanada donde funcionarían la playa de estacionamiento y el complejo deportivo (hoy en disputa con una iglesia evangélica). Durante ese mismo día, el plantel grone tuvo unos gratos momentos visitando las obras de su estadio, y más tarde recibieron de parte de sus dirigentes sendas canastas navideñas. Las palabras de la mayoría sintetizaban la admiración por la obra, que incluía una tribuna principal con más de 20 modernas cabinas de transmisión así como el sector de prensa. El césped, excelentemente cuidado, auguraba grandes jornadas.

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